Acaeció que estoy agotado de
sacudir con mi poca cordura
en el día a día que parece
más noche por su negrura,
las muchas telarañas
de antaños empolvados y
entreverados maliciosamente,
que fueron entretejidos por las más
negras de las arañas del pasado.
Arañas que se niegan a perecer,
que no dejan de brotar
como las termitas que carcomen
cada ansia que en la dureza de mi aridez
batalla incansable y férrea por seguir de pie.
Arañas que se niegan a perecer
como las goteras que
vierten aflicción desde el
techo de mi corroído corazón...
Y entonces...
Acaeció que todo se derrumbó y
me lastimaron las columnas de la fe, pero
acaeció también que todo trató de sucumbir
hasta que llegaste tu, niña,
que eres mujer y niña a la vez.
Ya no hay nada más.
Ni arañas.
Limpiaste todo,
hasta a mi con tu ambrosía y
tu ternura y tu...
Ya no hay nada más.
Ni arañas.
Limpiaste todo,
hasta a mi con tu ambrosía y
tu ternura y tu...
Me quitas las palabras con tus divinos poemas. Son fantásticos, ya quisiera escribir así de bonito :)
ResponderEliminarSaludos, amigo. Y muchísimas gracias por tu comentario en el relato de Nuktaé. Significa mucho para mí.
Tu escribes igual o mejor de bonito, señorita, de verdad que sí. Muchas gracias :D
ResponderEliminarNo hay nada que agradecer, fue todo un gusto leerte.
Saludos para ti también :)