No se apaga tu ceniza, persiste ardiendo. Aún se entrevén pretéritos que cocinan tibia mi humanidad. A veces ocupo tu fotografía para rememorar, me falla. Sigo fallando. Borroso lo veo todo ya, como cuando sin parar apenas, entre la lluvia, te veía escapar por delante tomados de la mano riendo y luego, sin pestañar, te arrojabas al vacío dejándome mudo al mundo en ese borde del risco olvido. Siempre me llevaste ventaja en eso del frío y de volar.
Y yo continúo quemándome girando en la ruleta rusa como premio de consolación.