26 de enero de 2012

Esa noche.



Esa noche me embargaba su
fragancia que a tientas,
con brazos invisibles,
me ataba a ella.

Esa noche su tez fue tomada
prisionera por escalofríos,
más me opuse a su avance
acurrucándola entre mi pecho.

Esa noche su terso semblante
reflejaba su desalmado madero,
que por mi dos cruces cargaría
sobre mis hombros sin dudar.

Esa noche sus párpados pesados
entreveían un paraíso de cristal.
Sus labios pálidos parecían
suplicar hincados un poco de calor.

Esa noche la bebimos despacio
como degustando del azar o
escribiendo novatos versos
que susurran las olas del mar.

Esa noche tracé la primera
letra y ella la segunda.
Nació una tercera cálida
y creció fuerte una cuarta.

Esa noche con besos melódicos
ella creó estrofas tibias que
resuenan por lo alto en
mi palpitante caja musical.

Esa noche, en un segundo,
fuimos uno y no dos.
Abrazados compusimos ligeras
poesías que llevan por nombre:
Amor.

7 de enero de 2012

Punto final.



Detente,
punto y aparte.

Date cuenta de que
no nacerá nunca más
ni será parecido,
no robará nunca más 
ni será semejante,
otro día, segundo y hora
que hurte tu aliento
si quieres,
que atenue tu tormento
si permites,
que masajee tu dolor
si deseas,
como el que ahora 
estás cruzando marchito
entre las hojas de 
bosques grises que ya
no habitan la ciudad.

Continua,
punto y aparte.

Pero date cuenta de que
hoy saboreas sentado la vida
con un paladar casi muerto 
dándole el gusto 
a otros casi vivos
de que lo hagan por ti.

Detente y degusta
tu mismo,
continua y saborea
con otros,
la breve coma antes 
de tu punto final.

Vive por ti.

    

       O
tro ocaso, repleto de nubarrones como la gente de trajes grises en la calle, azota la ciudad en la que emulo ser un fantasma. Me levanto de mi banca preferida, aquella que parece ser mi lecho, pues deseo dar algunos pasos bajo la lluvia que apenas está naciendo y discurre por doquier. Me sincero al decir que me agrada sentirla sobre mi rostro, fría, porque se asemeja a la temperatura habitual de mi piel..., de todo mi pálido cuerpo desde hace poco. Mi pasatiempo hoy no es más que observar a las ajetreadas almas encerradas en esos contenedores con cientos de formas, corriendo a mi lado hacia sus hogares, hacia sus seres amados. ¿Y yo? Yo me dirijo a dónde la lluvia parezca avanzar, voy a ningún sitio, porque no soy un hombre digno de ver el cielo azul una vez más.
      
       Nunca supe qué era la felicidad con exactitud, siempre fue para mi un concepto muy vago y ambiguo, asi que escojo ese tema como monólogo existencial y continuo con mi diligencia en solitario, pensando que será ser feliz y vivir por alguien. Mi paso es algo resbaladizo y frágil, no me adapto a esta nueva forma, pero prosigo andando viendo como el tiempo se detiene y se fuga entre mis manos, siendo testigo de como mi vida pasa y yo sin haber hecho algo importante aún...
    
       La brisa del viento de pronto se hace presente, casi como un regalo y me susurra al oído que soy su alma gemela. Ahora no estoy tan sólo, poseo ya dos compañeros: la lluvia y el viento... nuestras tres existencias que la gente ignorará por siempre..., pero un murmullo más se genera desde las oquedades de mí ser, retumba fuertemente y me exclama:
      
       - "Vive por ti" - dice aquella voz y s
eguidamente tomo una honda bocanada de este gélido aire invernal, suspiro y digo irónico:

       - ¡Y que lo digas!, pero...¿quién diría que ayer fue mi funeral...?