26 de enero de 2012

Esa noche.



Esa noche me embargaba su
fragancia que a tientas,
con brazos invisibles,
me ataba a ella.

Esa noche su tez fue tomada
prisionera por escalofríos,
más me opuse a su avance
acurrucándola entre mi pecho.

Esa noche su terso semblante
reflejaba su desalmado madero,
que por mi dos cruces cargaría
sobre mis hombros sin dudar.

Esa noche sus párpados pesados
entreveían un paraíso de cristal.
Sus labios pálidos parecían
suplicar hincados un poco de calor.

Esa noche la bebimos despacio
como degustando del azar o
escribiendo novatos versos
que susurran las olas del mar.

Esa noche tracé la primera
letra y ella la segunda.
Nació una tercera cálida
y creció fuerte una cuarta.

Esa noche con besos melódicos
ella creó estrofas tibias que
resuenan por lo alto en
mi palpitante caja musical.

Esa noche, en un segundo,
fuimos uno y no dos.
Abrazados compusimos ligeras
poesías que llevan por nombre:
Amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Cuál es su dictamen, doctorx?