15 de noviembre de 2011

Dibujos a las tres.

          
            - Me llaman inhumano y yo los llamo máquinas. - "¿Cómo es que debe de vivir un humano?" - pregunté,  más nadie me supo responder; no está en sus bases de datos al parecer. Que tan frívolos y asquerosos son... - se dijo a si mismo un joven muchacho de cabello castaño largo y algo arrepentido. Sus brillantes ojos azabaches eran iluminados por una lámpara grande que estaba sobre un escritorio y abiertos como platos, mientras permanecía tumbado en la cama. Observaba su recién impreso póster de Friedrich Nietzche; filósofo alemán. Se identificaba un poco con cada uno de esos grandes pensadores, aunque sabía que nunca iba a llegar a la cima o a ser recordado tanto como ellos y que tendría que acostumbrarse a su monótona existencia. 

            Marcaba las doce el reloj, era una noche fría y ventosa, por ello el chico se encontraba muy bien cobijado. Le apetecía escribir ese pequeño pensamiento como solía hacer y compartirlo a la mañana, pero la suavidad de su almohada parecía abrazarlo y arrullarlo para sumergirlo en un sopor eterno. Escuchaba una leve melodía de jazz; le gustaba pensar que era la música de fondo de su vida y por ello, siempre llevaba un pequeño reproductor plateado consigo cuando salía de su hogar.
            De pronto, le vino un sobresalto y le invadió un sentimiento de ansiedad, nervios y suma pereza; había olvidado hacer la tarea que dentro de unas horas debía de entregar. No podía darse el lujo de no llevarla, así que se levantó pesadamente, buscó el libro de ejercicios de matemática y se puso manos a la obra. Se le dificultaba un poco la materia, pero al fin y al cabo le agradaba. Los minutos pasaban velozmente, de hecho, tan rápido parecían girar las agujas del reloj, que en un pestañeo se imaginaba que iba a cantar el primer gallo del vecino de en enfrente, sin haber podido dormir nada. Se distraía mucho, más que resolver ejercicios se sumía en escenarios imaginarios mientras garabateaba cosas a un lado de los problemas; indudablemente tenía habilidad. 
            Al cabo de un rato, se encontraba elaborando un pequeño paisaje algo tenebroso en una de las últimas páginas del libro. Era algo así como unas extrañas bestias devorando a lo que parecía ser un hombre y éstas le arrancaban las entrañas en la cima de una montaña rodeada de tumbas. Aún le quedaba la mitad de la tarea por realizar, pero el muchacho continuó con esmero y en su interior se acrecentaba un odio muy grande hacia las personas que le rodeaban. Un minuto, dos minutos, de pronto cinco, volteaba a mirar el reloj y habían pasado más de tres horas. Rápidamente le comenzó a entrar sueño, dibujaba a cuestas, porque sus párpados se cerraban como si tuviera un par de pesas prendiendo de ellos.
            Repentinamente, su vista empezó a nublarse. Su mano dejó de esbozar, su lápiz se deslizó de entre los dedos y rodó hasta un viejo zapato, su cuerpo se echaba hacia atrás chocando contra el respaldar de la silla peligrosamente ya que ésta se balanceó un poco. La luz de la pequeña lámpara que él mismo había elaborado se fue tornando cada vez más tenue. El viento afuera de la casa soplaba cada vez con más fuerza queriendo irrumpir en la morada hasta que finalmente lo logró y abrió las ventanas de par en par. Fue entonces cuando el joven pudo vislumbrar apenas a unos pequeñas y feas figuras moverse por encima del libro y el paisaje a su vez cobrando color, vida misma. Brincaron sobre él mientras se desvanecía de sueño como si le hubiesen dado un somnífero y lo sujetaron entre todos con una firmeza y energía sobrenatural acercándolo a la mesa de roble. Tomaron, estos enanos personajes, su mano y en ella colocaron su lápiz; éste tenía una inscripción en una lengua antigua alrededor y una cruz invertida que el muchacho le había hecho hacía ya mucho tiempo.
            - ¡Ya está listo! - gritaron a toda voz los diminutos y aberrantes seres que saltaron de nuevo hacia su mundo. Los secos árboles que se hallaban en el dibujo arrojaron sus ramas y se ataron a las manos del chico tirando de él con todo vigor. El joven se elevó por los aires rápidamente y se zambulló en su propia creación sin notar nada de lo sucedido, ya se había dormido.


            Al día siguiente no se volvió a saber nada del muchacho. La madre lo fue a buscar a su habitación, pero no se encontraba allí. Las ventanas estaban abiertas, así que supuso que se había escapado y que pronto volvería su preciado dibujante e hijo, pero nunca lo hizo. Largas y en vela fueron sus noches llenas de lágrimas que ya habían trazado un camino en sus mejillas. Los días pasaron, los meses transcurrieron y poco a poco se iban sumando años. Se le había dado aviso a la policía, colocado carteles con su fotografía en casi todos los postes de la ciudad, pero nadie lo había divisado. El sufrimiento de la madre hizo que empeorara su ya inestable salud y murió a la siguiente primavera. La vieja casa fue subastada, ya que no tenía ninguna otra familia a la cual heredarla. Nuevos inquilinos la llegaron a habitar y entre ellos se encontraba un adolescente amante de la pintura. El último cuarto del tercer piso fue su nuevo estudio; en él se ubicaban las cosas intactas y empolvadas de su antiguo dueño.
            Ciertamente no pasó mucho tiempo hasta que se topó con el viejo libro de ejercicios sobre la mesita de roble y en él los bocetos con el paisaje incluido, el antiguo y tenebroso boceto con aquellos seres de fondo torturando a una especie de figura que, a la vista, no se podía distinguir del todo, pero parecía una persona; gritos de dolor se escuchaban a altas horas de la noche cercanas a las tres. Los nuevos dueños decidieron irse, ya que nunca descubrieron qué era lo que ocasionaba aquellos aterradores alaridos. Vendieron la casa, volvieron otros propietarios a ocupar la residencia. Aconteció lo mismo seis ocasiones más hasta que se dispuso demoler la enorme y antigua casa de madera de tres pisos en favor de la salud psicológica de los abrumados habitantes del vecindario.
            Se dice que alguien, un día entre los escombros, descubrió el libro ya carcomido por el tiempo; nunca se supo de él otra vez...

5 comentarios:

  1. .___. Guille tienes el don de la palabra! Me puse nerviosa y todo, realmente crees que algo asi puede pasar? Por que yo si, y ahora voy a vivir torturada con la idea :/ Me encantan los cuentos cortos que publicas, asi que sigue haciendolo (por el bien de mi salud mental) jajaj
    Besooos
    Abbs x

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  2. Hehehehehe n.n Oh Abbie :3 Pues no lo sé, yo cambié mi descripción, pero en sí yo soy ese muchacho en la madrugada. La verdad me encantaría que lo que dibujara cobrara vida y poder entrar a esos mundos, mi problema es que siempre dibujo cosas macabras xD
    Está bien :D Continuaré subiendo estos cuentillos por tu bien :3
    Besos♥

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  3. wooo!!!
    quedé así como.... o_º

    hahha -con un ojo caído- xD
    uuhh.... me quitaste las palabras... no sé... tenía/tengo, muchísimo que decir... pero, una pregunta Nemo, dime.... la hora en ''3 en punto'' significa algo especial? :O


    Ale,
    :)

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  4. Esto me suena a Guillermo Sánchez en las madrugadas :B Ay Guille ¿qué te digo? simplemente lograste dejarme sin palabras, en serio no sé que comentar, es como tan perfecto y cierto, a veces parece que ni sos de este mundo, lo cual es genial! enserio me agrada mucho tu forma de pensar. Ciertamente la única diferencia entre robots, y personas es que unas tienen órganos y las otras tienen hasta más razonamiento que los propios humanos. Enserio ya no se sabe si se vive en una ciudad o en un zoológico. ¡Cuando sea grande quiero ser como vos! haha XD Ese libro necesita ser real y venir a limpiar el mundo ... '-'

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  5. Alexandra: Haha recoge tu ojito xD
    Expresa esos muchos que deseas decir ^^
    Pues, las 3 am suele ser la hora en que los demonios llegan a festejar la muerte de Jesús (que murió a las 3pm) Es lo mismo que la cruz invertida :) No creo en Dios, ni en el Diablo, pero me encanta usarlos como temáticas, aunque la misma mente humana es más espeluznante que ambos seres :)
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    Ann: Hahaha ese soy yo en las madrugadas xD ¿Que no soy de este mundo? Puede que ser que no lo sea, quizás compartiste pequeños momentos con una simple ilusión, quién sabe :3 Una semejanza entre ambos es que siguen órdenes sin pensarlo, sin razonar lo que van a hacer. Una diferencia entre lo que para mi es un ser humano y lo que es una máquina es precisamente eso: pensar en lo que crees, piensas, sientes. No hacer algo por hacerlo. No seguir el patrón del efecto bandwagon o de arrastre.
    Muchísimas gracias, bonita ♥ Que dicha que te gustó este escrito mío.
    P.d: el libro existe; está latente en algún lugar de tu mente, sólo hay que buscarlo y utilizarlo.
    :)

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