Haría incapié en la diferencia entre
amor e ilusión,
pero no hay motivo
no hay razón,
ni una profunda emoción,
al ser sinónimos de la palabra perdición y
primas de maldición.
Es tu afecto que
concibe este efecto
perecedero cuando
te vas al nunca jamás.
Para muchos esotérico,
placebo de la realidad e
inalcanzable para un mortal,
para otros, es sencillamente
exotérico y repudiable.
Y así continua
el trajín cotidiano,
soñando despiertos paseos
por las callejuelas
por las callejuelas
de un senil París,
mirando el ocaso o
acurrucados entre sábanas
de un hotel y de pronto se esfuma,
al ahorcar el sentimiento
con la grisácea realidad.
Y esto solamente porque
ya no estás aquí para
seguir soñando.
Porque ya desperté...
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