8 de noviembre de 2011

La muerte de un recuerdo.


                Vagaba sin rumbo, como lo solía hacer día con día, por algunos viejos y conocidos parajes; el sol ya casi se ocultaba y las nubes parecían las sábanas que lo iban a acurrucar para su largo descanso, luego de prestar su luz. Sin darme cuenta llegué a un risco de gran altura, a lo lejos de donde me hallaba, se veía una figura a la orilla del lugar y continué siguiendo mi camino. La figura estaba solitaria, como el viento que ha recorrido las cuatro esquinas de la Tierra sin compañía alguna y sobre nosotros pasó velozmente una bandada de aves azabaches.
               Yo ya no sentía nada. El clima, en ese momento, parecía muy helado, pero ni aquel ser lejano ni yo parecíamos padecer de frío. Resolví ir hasta aquella banca en la que se encontraba; sin prisa y con sinceridad puedo decir que sin muchas ganas, pero mi curiosidad me arrastraba. La banca era pequeña y de madera algo desgastada. Me seguí acercando y advertí que se trataba de una chica, desde atrás tenía una larga cabellera castaña, una blusa negra y un pantalón bastante sencillo color gris; también noté que estaba descalza. Tenía una bufanda que se deslizaba con el viento y sus cabellos danzaban en armonía del mismo modo.  De pronto, me empecé a sentir raro, era una especie de senil nostalgia. Seguía ahí de pie detrás de ella sin moverme. Algo en la escena me producía una mezcla extraña de sentimientos que llevaban tiempo de no emerger en mi interior. Un brillo dorado chocó contra mis ojos; era un anillo, conocía ese anillo y hacía años no lo veía. Estaba sorprendido y tenía miedo. Miedo de que aquel rostro fuera de alguien que quedó muy enterrada en mi corazón.
               No comprendía nada de lo que sucedía, pero me armé de valor para dar algunos pasos más y mirar. “Todo gracias a mi curiosidad” – pensé. Caminé hacia adelante mientras veía el horizonte marino. Habían muchos celajes; se veían tonos grises, naranjas, rosados y amarillos. La chica no hizo ningún movimiento, seguía estática en la banca. Yo no quería volver a ver hacia atrás, simplemente no se me antojaba quedar de nuevo atrapado en mi pasado. Tomé una inútil y sonora bocanada de aire y me volteé.  


               Ahí se encontraba, era ella; de lo que estaba compuesto mayoritariamente mi corazón, lo que llaman esencia o alma. Yo la miraba, ella reposaba su barbilla sobre su mano; ni siquiera parecía notarme.
               -“¡Hola!” – le grité efusiva y tontamente. Era obvio que no me iba hablar. No sé en qué estaba pensando, pero quería intentarlo aún así. Es de los peores castigos que alguien puede recibir, pero yo me lo había ganado, esta clase de inmortalidad que nunca pedí. Miré de nuevo el atardecer, era realmente hermoso. Se escuchaba también el sonido de los pájaros y la sinfonía sublime que creaba el vaivén de la marea. Se veía la negra silueta de una canoa y su pescador volviendo a la orilla con su red medio vacía de sustento volviendo con sus seres amados. “Ojalá yo pudiera…” – dije por lo bajo.
               Ella había cambiado de posición a esa que llaman de “indio”. A su lado, reposaba un pequeño bolso de tela café con algunos libros. Se puso a juguetear con el anillo que le había regalado. Miré el anillo y un dolor muy agudo nació dentro de mi, parecía que me estaba atravesando por la mitad de mi pecho; caí de rodillas en la suavidad del pasto. Gritaba del dolor, pero éste no hacía efecto en la chica, ni en todo el derredor. Iba y venía, como un palpitar y poco a poco parecía ir menguando.
               - “¡Mírame, te lo suplico!” - chillé retorciéndome en el suelo. La joven continuaba jugando con el anillo hasta que lo sujetó fuertemente entre sus dedos y se puso de pie. Sus ojos reflejaban la luz del sol; el viento soplaba con más viveza, mantenía una mirada serena y sus cabellos seguían entrelazándose con la caricia del céfiro.
               Pequeños retazos de sentimientos comenzaron a caer de sus ojos, resbalaban por las mejillas; parecían tener ya un camino establecido, quizás de noches que para ella pudieron ser eternas y el único escape que tenía era caer en los brazos del dios del sueño sin consuelo alguno.  Mi palpitante congoja ya había cesado. Me levanté rápidamente y estiré mi mano tratando de evitar que sus lágrimas, que parecían estrellas fugaces con el reflejo del sol, murieran al final de su rostro, pero la atravesé por completo. Mi impotencia aumentó. Nunca me verá, nunca sabrá que desde hoy la seguiré a donde sea que se dirija. Intenté tomar sus manos sabiendo que nada haría con ello, fue inservible. Ella levantó la vista hacia el sol, quedaba un pequeño trozo de el antes de irse a dormir y la reina de la noche se hiciera presente.
               Yo solo la observaba, era tan hermosa. Labios algo gruesos, ojos marrones que parecían aún más claros con la luz, tez clara, nariz diminuta y fina, aquel cabello lacio que tanto amaba acariciar y oler hasta que el sopor la invadiera.
               Ella dejó de pronto de sollozar y se limpió con la parte baja de su blusa.  Recordaba cada instante que había estado con ella, desde el primer día que nos conocimos y sobre ambos cayó un velo que nos abrigó, un velo que solamente es para dos… 


               -“Bésame” – susurré mientras la tristeza crecía en mí. – “mira, aún conservo tu anillo, está atorado a mi como tu lo estas en mis entraña” - Ella miraba la argolla y yo la mía, pero me había volteado hacia el horizonte. De repente, vi algo pasar cerca de mí, parecía una estrella fugaz recorriendo el cielo alcanzando cada vez más altura.
               -“¡NOOO!” – vociferé. Era la sortija que alzaba vuelo y descendía para caer en el océano. No lo concebía, ¿por qué lo estaba arrojando? Me volteé y me di cuenta de que estaba sonriendo.
               - “Eres libre” – afirmó ella tranquilamente. 
               - “¿Por qué lo arrojaste?
               - “Te libero amor…”
               -“¡Tan solo soy un recuerdo! ¡Vivía ahí!” – gritaba, pero no se producía ningún efecto, era como gritar…silencio por ilógico que suene.
               Repentinamente mi cuerpo comenzó a desaparecer. Mi vestimenta negra se volvía gris, mis pálidas manos se hacían cada vez más transparentes. “Ella me mantenía atado aquí, siempre fue así” – respondí a las incesantes preguntas que me formulaba. 

               - “No necesito ya un recuerdo cuando vives en mí, necesito seguir adelante…” - afirmó la chica.
               

              Mi existencia fue fundiéndose poco a poco con el viento en aquel risco. Ella se fue alejando, pero volvió a ver hacia la banca donde me hallaba. Sonreía nostálgicamente y yo contagiosamente sonreí también: fue como la primera vez que nos vimos. Me evaporé del lugar, pero me quedé mirando como ella se apartaba. Nunca debí de haberla abandonado, nunca debí de haber sido tan tonto de cometer esa locura. Yo había permanecido en ella por un largo período, cientos de estaciones quizás. La estaba reteniendo de la alegría que podía producir incontables cosas en este mundo, siendo la principal el amor. Tal vez siga habitando su alma aunque nunca más la pueda ver. 

               ¿Qué es el amor sino un recuerdo? Dejamos de existir cuando nuestra esencia se desvanece del corazón de las personas. Se que con el tiempo y sin querer, ella me olvidará, es sencillamente inevitable y ahí será cuando el amor morirá, cuando yo moriré. Numerosas personas también harán lo mismo con mi memoria.
               Es curioso, sin el amor nadie nos notaría en este mundo, nos hallaríamos como lo que hoy soy: un simple fantasma que ya no sabe ni siquiera en dónde se encuentra…


6 comentarios:

  1. Acabo de leer esta entrada y el fragmento de tu libro. Ambas cosas estan buenisimas ojala logred publicar tu libro pues tienes mucho talento :3
    Besoooos
    Abbie x

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  2. Me ha encantado :D
    Es buenísimo.

    Un abrazo.

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  3. Poooor fin puedo comentar en tu Blooog! En mi pc no me dejaba hacer click en nada y tenia que meterme a mi telefono a comentarte! No tengo face, pero si Google+ y gmail y google talk y todo esooo asi qe por ahi podemos hablaar :D si no comento todas tus entradas es por que no me deja el pc pero ten por seguro que las leere tooodas (:
    Besooos

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  4. Abbie: hehe, aún falta mucho de mi libro n.nU pero te puedo pasar el link a los primeros capítulos para ver qué te parece :3 Muchas gracias en serio *O*
    Hehe, no te preocupes, te entiendo :3
    Besos ^^
    GoldMarauder: muchísisisisisimas gracias :D Un abrazo para ti también.

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  5. ...Es... Es hermoso. Es hermoso. ¿Cómo que tenés un sólo seguidor?? Bueno, ahora somos dos.
    Dios, escribís... Es hermoso. No tengo más que decir.

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  6. Atomic: hehe, es que se supone que tengo 7, pero a veces ese contador falla y sólo sale uno :3 De igual forma, gracias :3
    Te lo agradezco, de verdad :)

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